​Salud mental, violencia y medios de comunicación: el caso Maroto

Después de que la director general de la Guerdia Civil, María Gámez; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el exvicepresidente del gobierno español y candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, recibieran amenazas de muerte por carta la semana pasada, la actualidad continúa marcada por un hecho de las mismas características. La ministra de Industria, Reyes Maroto, ha recibido un paquete que, según informan los medios de comunicación, fue enviado por una persona que tiene esquizofrenia y que, además de una amenaza contra su persona, también contenía una navaja «aparentemente ensangrentada.»

Estos días, pues, hemos podido leer titulares como los siguientes: «El autor del envío de un paquete con una navaja a Maroto es un esquizofrénico de El Escorial» (ABC), «La policía identifica a una persona con esquizofrenia como autor del envío de una navaja ensangrentada a Maroto» (20 Minutos), «Identifican a un esquizofrénico como autor de la carta con una navaja enviada a Reyes Maroto» (Voz Pópuli), etc. El hecho de recibir amenazas de este tipo es gravísimo, pero no hay que pasar por alto qué significa que sea tan relevante para los medios de comunicación subrayar que el autor del envío tiene un problema de salud mental.

No es la primera vez que hemos leído titulares como estos ni será, de omento, la última. Tampoco es la primera vez que, cuando la realidad es incómoda, se cierra la discusión culpando a alguien porque «no estaba bien de la cabeza» o porque «había perdido la cabeza» o porque «había dejado de seguir el tratamiento psiquiátrico que tenía prescrito.» Nos encontramos, otra vez, de cara con el estigma, que es el rechazo o distanciamiento que tenemos contra alguien basándonos en creencias falsas en este caso por razón de salud mental. La falsedad que hay detrás de estas “informaciones” es diáfana: las personas con problemas de salud mental somos violentas. Y, con esta afirmación, todo resuelto.

Estos días, la prensa nos ha querido persuadir de esta gran mentira. Pero los datos científicos demuestran sobradamente, no solo que las personas que tenemos problemas de salud mental somos menos violentas que las que no los tienen, sino que, absolutamente al contrario, ¡precisamente somos víctimas de ella con más frecuencia por el mero hecho de tenerlas! (En este enlace tenéis los detalles.) ¿Diagnosticofobia? Sin embargo, cuando una idea preconcebida ocupa un lugar de privilegio dentro de la consciencia colectiva, por más lejía que le eches, antes se comerá el tejido que quitará la mancha.

Los medios de comunicación tienen un gran poder y, precisamente por eso, también tienen una gran responsabilidad. Por lo tanto, hace falta un periodismo riguroso, valiente y comprometido que deconstruya este discurso de odio en lugar de reproducirlo. Es necesario que los profesionales de la información cuenten con el conocimiento mínimo indispensable para poder ofrecer a la ciudadanía una información, no solo que le sirva para superar las falsas creencias que hay todavía alrededor de los problemas de salud mental, sino para desarrollar una sensibilidad que contribuya a dignificar a nuestro colectivo, que des de el punto de vista histórico ja ha sido suficientemente maltratado. En esta cuestión, pues, no hay equidistancia posible ni licencias lingüísticas que justifiquen titulares hechos más para el márqueting salvaje que para la convivencia solidaria. Y cada vez que esto vuelva a ser noticia, lo volveremos a denunciar.

Toni Barceló, activista de Obertament Balears