Loca yo, ¿por qué?

¿Te has preguntado alguna vez qué es para ti la locura? Durante años pensé que estaba loca, porque una noche perdí la cordura.

Tengo 37 años y a los 24 me diagnosticaron un trastorno mental. Fue una etiqueta que con el tiempo va perdiendo importancia para mí; yo acepto mi trastorno y tomo medicación, y a veces me gusta hablar sobre mi experiencia.

Soy Cris y ¿sabes?, no soy mi trastorno.

Desde que me diagnosticaron he tenido cuatro ingresos en la unidad de agudos. Mi primer ingreso fue en 2008 y el último, en 2013. Reconozco que de cada ingreso he aprendido algo, y allí dentro conocí a gente encantadora con la que mantuve contacto durante un tiempo.

El apoyo que he tenido en todo este tiempo ha sido muy importante para mí.

Mi familia y mi pareja han estado a mi lado desde el primer momento, nunca me han dado la espalda. Incluso hacemos bromas sobre el tema, porque hay que llevarlo lo mejor que se pueda. Para mí es muy importante tenerles en mi vida.

He tenido la suerte de disfrutar de una familia muy unida y por ello me he sentido siempre agradecida.

Mi pareja, ¡qué decir de él!: aunque me puse mal de repente, cuando solo hacía cuatro años que nos conocíamos, siempre me ha apoyado. Ahora llevamos dieciséis años juntos y sigue queriéndome y mimándome prácticamente igual que el primer día. Para mí, tener a una persona como él a mi lado me da fuerzas para seguir adelante.

Durante mi primer ingreso hice saber a mis amigas que estaba en la unidad de agudos de psiquiatría de Son Dureta. Todas y cada una de ellas me vinieron a ver, las que pudieron, más de una vez. Incluso tuve visitas desde nuestra isla vecina, Ibiza.

Que vinieran a visitarme fue muy gratificante, demostraron que yo les importaba y que me querían. A lo largo de estos años, me han demostrado que siguen haciéndolo.

A día de hoy conservo muchas de las amistades que tenía antes de sufrir el trastorno mental. Y qué decir de las demás personas que he ido conociendo por el camino de la vida.

La amistad y el contacto con todas las personas que me quieren, el cariño recibido de ellas, me ha ayudado a ser fuerte, a crecer como persona y a estar donde estoy hoy. He aprendido a aceptar mi trastorno, a vivir con el. Y, por supuesto, intento ser feliz.

Nunca he tenido ningún problema en decir que tengo un trastorno mental, aunque no es mi carta de presentación. Pero a veces me gusta hablar sobre ello, contando mi experiencia y demostrando que soy una persona como cualquier otra.

Eso sí: a causa de mi sinceridad en entrevistas laborales he perdido la oportunidad de trabajar. Por lo que he visto, una persona con un trastorno mental grave no es aceptada en algunos puestos de trabajo por muy cualificada que esté. Aun así, pienso que ocultar mi trastorno no sirve de nada, ya que tarde o temprano se acaban sabiendo las cosas.

He tenido muchos altibajos. Estados de ánimo con picos muy altos (manías) que me han llevado a ingresos, y también muy bajos (depresiones). Pero siempre los he superado.

Cierto es que en algún momento he perdido la cabeza, pero… ¿y quién no?

Cris Picó, activista de Obertament Balears